La distancia más corta:

-¿Cuál es la distancia más corta entre dos personas, papá?
-Son 40 centímetros , hijo: lo que se tarda en llevar el teléfono a la oreja.
-Es muy poco, ¿no?
-Sí, pero a veces esos 40 centímetros son los más difíciles de recorrer…
Si hay algún sentimiento que es capaz de erosionar la relación de pareja casi sin quererlo, ese es el orgullo. Un orgullo tonto y malentendido, que no queremos ni aceptamos, pero en el que nos subimos y, casi sin darnos cuenta, cada día que pasa nos es más difícil volver atrás.
Pequeñas rencillas, discusiones o conflictos que nos llevan a mantener una postura rígida, como si en ello fuera nuestra dignidad completa. “No voy a ceder, si quieres ya darás tú el paso”.
Y al poco, ya ni siquiera importa qué desencadenó esta situación, sino que la propia resistencia en mantenernos inflexibles se convierte en el problema principal.
Y lo peor de todo es que nos queremos y a pesar de que, como en el banco de la foto, algo nos empuja a juntarnos de nuevo, nosotros luchamos por mantenernos alejados sin sentido y con un enorme esfuerzo y desgaste personal y de pareja.
¿Tanto nos cuesta pararnos un segundo a ver qué podemos perder, y que podríamos arreglar tan sólo con una llamada?
Si en este momento, mientras lees este post, estás pensando en alguien, no lo dudes más. Coge el teléfono, marca el número y tan sólo di: “Hola, soy yo. Te quiero”. Y podrás ver cómo pasan cosas extraordinarias…
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