SE ACABARON LAS VACACIONES ¿Y AHORA QUÉ?
Como todo en la vida, el periodo estival tiene un principio y un final, pero por fortuna la vida continúa. Las vacaciones de verano, son un periodo de tiempo durante el cual, apartados de nuestras rutinas laborales, podemos PARARNOS y pensar. ¿Cómo me siento? ¿En qué momento está mi relación de pareja? ¿Y los hijos? ¿Qué desearía añadir a mi relación durante el próximo “curso”? Y por otro lado, ¿Cuáles son los costumbres o rutinas que me lastran y no me hacen feliz? ¿Qué puedo hacer para cambiarlas? Y no solo en lo que a la relación de pareja o dentro de la familia, sino también en mi trabajo, en la salud, el tiempo libre.
Si todo ha ido bien, llegaremos con las pilas cargadas al final de las vacaciones y podremos introducir en nuestra vida algunas (sí, algunas, seamos realistas) de estas cosas que hemos pensado, y quitar (también algunas) de las cosas que no nos gustaban.
Pero en estas semanas de vacaciones también puede suceder que las cosas no hayan ido bien. La convivencia tan intensa con la pareja y la familia, puede destapar conflictos ya existentes pero pospuestos de alguna manera (no consciente) para otro momento. Y este periodo estival es propicio para la eclosión de estos conflictos no resueltos. No es casualidad que todos los especialistas en terapia de pareja coincidimos en el dato estadístico del importante aumento en septiembre de las consultas.
Si durante el verano ha estallado una crisis de pareja ¿Qué hacemos al regresar? Seguramente este sea el interrogante de muchos de vosotros. Como habitualmente hacemos, en primer lugar recomendamos que intentéis calmar los ánimos y encontrar espacios adecuados para hablar.
Bajo ningún concepto os aconsejamos que hagáis “la técnica del avestruz”: “agacho la cabeza, la entierro y aquí no pasa nada. Cuando pase la tormenta la sacaré y volveremos a nuestra rutina habitual”. Por nuestra experiencia profesional, cuando surge un conflicto de pareja, es mejor afrontarlo cuanto antes, de la mejor manera y buscar las posibles soluciones. El negar las cosas, sólo lo pospone y casi inevitablemente surgirá en otro momento con más fuerza por el rencor acumulado.
Como siempre, aconsejamos que sea la pareja la que intente resolver sus conflictos con sus propios recursos, evitando que terceras personas (familiares o amigos) participen del problema. Pero si veis que solos no podéis, entonces será el momento de pedir ayuda profesional. Sobre todo, no tiréis la toalla sin intentar agotar todas las posibilidades que tengáis a vuestro alcance.
Para encontrar más información sobre este tema, os recordamos y aconsejamos la lectura de nuestro libro: “Ysinembargotequiero. Claves para una buena vida en pareja”.
Y como podéis ver, nosotros también comenzamos la nueva temporada, en la que volveremos a compartir con todos vosotros un montón de temas relacionados con el mundo de las relaciones de pareja. No dejéis de mandarnos vuestros comentarios y sugerencias. ¡Mucho ánimo con la vuelta de las vacaciones!
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